miércoles, 21 de julio de 2010

Algo sobre las reinas del hogar




Después del Moon Cake (un pastel sabor camote con un huevo duro dentro), las aspirantes a modelos que posan incansables en cada rincón de Hong Kong y los huevos podridos que venden en el super, uno de los temas fascinantes de esta ciudad es el de las chachas filipinas. Aunque sólo son alrededor de 300,000 parece que cada domingo hay miles, millones de ellas haciendo camping en cada parque, plaza, paso a desnivel y espacio público libre, por más imposible que éste pueda parecer. Ahí están, llueve, truene, relampaguee o con 35 C y 97% de humedad, sentadas sobre cartones, haciéndose manicures, pedicures, jugando cartas o compartiendo el chicken adobo que sacan de un tupper ware.

La filipina es una imagen omnipresente en el escenario urbano: está en el autobús, el super, paseando perros por la noche, llevando de la mano o a cuestas a niños de cualquier raza, color, edad y grado de insoportabilidad. Es imposible no notarlas, siempre van con una bolsa de compras y celular en mano, texteando, mostrando fotos de la familia o hablando con alguien en tagalog, que suena a tacatacataca con una que otra palabra en español en medio. Y debajo de las largas melenas a la Daniela Romo de estas mujeres se esconden algunos personajes mucho más cosmopolitas que muchos de nosotros. Ya han vivido en Dubai, Taiwán o Singapur e incluso tienen títulos universitarios o son maestras.

De acuerdo a los mitos urbanos, las chachas filipinas viven en cuartitos en los que ni siquiera cabe una cama individual o comparten habitación con algún miembro de la familia. Lo que sí en cierto es que en sus ratos libres lavan, planchan, cocinan, cambian pañales, cuidan rucos, hacen la tarea con los chamacos y además de todo practican inglés con ellos. Eso sí, por ley tienen 8 horotas para dormir y ganan la fabulosa cantidad de $3,500 KHD (unos 5,500 pesos) al mes, más un bono de $300 HKD (unos $500 pesos) para comida. Claro, si no rompen ninguna figurita de jadró y la ñora de la casa la descuenta del sueldo. Pero en la quinta ciudad más cara del mundo (según Mercer Consultants) esa fortuna apenas alcanza para mandar dinero a la familia en Filipinas, así que en Domingo, el único día libre de la semana el plan que aplica es plan picnic en la banqueta.

Aseguran los conocedores del tema que estas mujeres sufren toda clase de abusos por parte de sus patrones, desde gritos y golpes hasta agresiones sexuales. Aparentemente las despiden casi por cualquier motivo y en ocasiones no reciben compensación o un boleto de avión para volver a Filipinas. Pero a pesar de ello, las agencias de colocación para trabajadoras domésticas abundan en Hong Kong y seguramente también en Filipinas. Y es que la oferta de mujeres desesperadas por ganar dinero para mantener a sus hijos, padres y hermanos, en busca de oportunidades para salir de la pobreza o simplemente con deseos de ver el mundo parece ser interminable.

Salamat (gracias) a las Jocelyn Delgado que ocupan un lugar tan íntimo, intimísimo en la vida de Hong Kong y que permiten que la ciudad siga en pie.


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