jueves, 26 de enero de 2012

Denver, la ciudad más estimulante sobre la faz de la Tierra



Al principio no sabía si era la fila para las tortillas, si la Cruz Roja estaba distribuyendo ayuda humanitaria o si estábamos evacuando la ciudad. Luego me enteré de que las miles de personas haciendo una descomunal fila estaban ahí para presenciar el evento del año, el suceso más esperado de la década por los denveritas: la inauguración de la tienda H&M.


Y como hay ciertas cosas que una alma en pena no puede resistir: prácticamente cualquier cosa que sea gratis, y ver una fila y formarse en ella, casi sin pensarlo me uní a las miles de víctimas de la moda que esperaban poder cruzar el mítico umbral de las ofertas. Ahí estábamos, un ecléctico grupo que igual vestía entallados pantalones de cuero y chaquetas de animal print que jeans Levis de 1980 y atuendos francamente pijamescos.


En el lugar de los hechos también estaban las televisoras locales, fotógrafos, algunas aspirantes a modelos que sabiéndose observadas devolvían una mirada altiva y, por supuesto, unos cuantos vigilantes asegurándose que nadie se metiera en la fila y quienes incrédulos veían como tantos estábamos dispuestos a ver desaparecer al menos un par de horas de nuestras vidas de esta forma. “Is it even worth it?”, preguntó uno de ellos. Preferimos no responder y seguir avanzando a paso de tortuga.


Apenas 15 o 20 minutos después empecé a escuchar épicos relatos de viajeros que habían venido de muy lejos, incluso de otros estados, para estar aquí, en este día que quedaría registrado en los anales de la ciudad. Alguien incluso habló de valientes que debieron sufrir grandes penurias y frío tras pasar la noche bajo las estrellas para ser los primeros en ver abrirse las puertas del nirvana; verdadero heroísmo pues.


Habría pasado nuestra primera hora de espera cuando de entre la multitud brotó un lamentoso canto “Don’t stop believing. Hold on to the feelin'”. Sí, esa canción del grupo ochentero, Journey, salía de la garganta de un chico que levantaba los brazos al cielo y animaba a seguir a quienes estaban a punto de claudicar. Diez o doce minutos más tarde empezaron a llegar los vendedores de sándwiches y aguas, los repartidores de volantes de museos, peluquerías y bares, los artistas plásticos que invitaban a participar en un improvisado taller para hacer gorros, además de algunos paseantes que, fingiendo demencia senil, intentaban meterse a la fila.


A pesar de que el camino era lento y tortuoso, empezaron a surgir las historias más fantásticas. “Dicen que a los primeros en la fila les dieron cupones de $100”, “hay descuentos de más del 50%”. Todos ansiábamos tocar un trocito del paraíso, todos soñábamos sentir entre las manos alguna pieza de la nueva colección de Versace, con la que H&M inauguraría su tienda. Vaya, ya de menos imaginábamos embriagarnos con el olor de algún abrigo, suéter o camiseta Made in China recién desempacado.


Cuarenta minutos después, y con un cupón de $10 de descuento que recibí en la fila, LA PUERTA finalmente se abrió ante mí y me abrí paso entre una ruidosa muchedumbre deseosa de vaciar su cartera sin reserva alguna. Ya en el interior, inhalé ese tan deseado aroma a novedad por un segundo y no olía a nada, acaricié el deseo, pero no sentí nada. Había niños llorando desconsolados; hombres esperando o más bien, desesperando en un rincón a alguna compradora profesional; mujeres casi desquiciadas buscando alguna prenda, por más mínima que fuera, cualquiera cosa capaz de justificar una espera de prácticamente dos horas. El resultado para mí: 7 minutos dentro de la tienda, los 3 últimos ansiando salir de ella. Ya volveré un día de estos cuando se esfume la novedad, algún día de estos que tenga otro par de horas más que perder.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Sopas! y otras cosas raras

Efectivamente....con queso

Sopas! y otras cosas raras

Galletas sabor aleta de tiburón

Sopas! y otras cosas raras

Qué finos nos salieron!

Sopas! y otras cosas raras


Gelatina de tortuga criada en granja orgánica. Me dieron ñañaras cuando me enteré

Sopas! y otras cosas raras

Una modesta sopa de wonton pa la gripa

Sopas! y otras cosas raras


Udon, perfecto para uno de tantos días en los que los chinos ponen el aire acondicionado a -50ºC